Reproducción del gato
Este felino es del reino Animalia y su reproducción es sexual.
Celo:
Los gatos entran en celo alrededor de los ocho meses de edad y las gatas pueden tener su primer celo a los seis meses, generalmente, todos los gatos tienen sus primeros comportamientos sexuales antes de terminar su crecimiento y alcanzar la edad adulta. Durante el celo los gatos macho maúllan muy fuerte y orinan para marcar su territorio, no como cuando orinan en la bandeja de arena, sino de una manera característica como si lanzasen orina a presión o como si fuese un spray fuerte, con un olor difícil de soportar para los humanos. Los gatos en celo se vuelven más inquietos y agresivos, tratan de escapar fuera de casa pudiendo desaparecerse por algunos días, las gatas maúllan mucho y se refriegan por el suelo levantando la parte de la cola muy arriba y moviéndola, es un comportamiento característico además de factores hormonales y olfativos que nos cuesta percibir, pero que son señales inequívocas para los machos de que pueden aparearse con la hembra.
Cortejo:
El proceso puede durar horas, incluso días, en una continua actividad sexual, y es la hembra la que está al mando de todo lo que va sucediendo. Es ella la que marca el compás y no los machos. Éstos responden a sus especiales olores sexuales y acuden todos a su alrededor. El Tacho en cuyo territorio ha elegido la gata llevar a cabo su despliegue sexual es, inicialmente, el más favorecido, porque los otros machos de los territorios vecinos tienen miedo de invadir su terreno. Pero una gata en celo es más de lo que pueden resistir, por lo que corren el riesgo. Esto lleva a una serie de peleas de macho contra macho (y son éstas las responsables de la mayor parte del ruido, y la razón de que los maullidos y los aullidos se crean, erróneamente, que son algo sexual, cuando, en realidad, constituyen una cosa puramente agresiva). Pero el foco del interés es la hembra, esto ayuda a que se desarrollen las peleas entre machos y permite que se forme un corro de ellos en torno a la hembra.
La gata exhibe sus ronroneos y canturreos, rueda por el suelo, se frota y se retuerce para fascinar las miradas de los machos, que no se apartan de ella. Llegado el momento, uno de los machos, probablemente el dueño del territorio, se le aproxima y se sienta junto a ella. Para su desgracia se ve atacado a golpes de las aguzadas garras delanteras de la gata. Le escupe, le gruñe y el gato se retira.
Cualquier macho que se le aproxime se ve pronto despedido de igual manera. La gata es la dueña de la situación y será ella la que, llegado el momento, elija qué macho se le puede aproximar de una manera más íntima. El que lo consiga puede ser el gato dominante allí presente, o no. Esto es indiferente para la gata, pero ciertas estrategias del macho le ayudarán a tener éxito. Lo más importante es avanzar hacia ella sólo cuando la gata esté mirando hacia otro lado.
Apareamiento:
En cuanto se vuelve en la dirección del macho, éste se inmoviliza. La gata ataca cuando ve el avance en sí, y no el cuerpo inmóvil que, por arte de magia, está ahora más cerca que antes. De este modo, un gato con la suficiente precisión llega a encontrarse muy próximo a ella. Entonces el gato le brinda un extraño gorjeo gutural y, si la hembra responde escupiéndole y bufándole, el macho eventualmente se arriesgará a llegar al contacto. Comienza tomándola por el pescuezo entre sus mandíbulas, y luego la monta con cuidado. Si la gata está dispuesta a copular, aplana la parte delantera de su cuerpo y alza el trasero en el aire, torciendo la cola hacia un lado. Se trata de la postura denominada “lordosis” y representa la invitación final al macho, permitiéndole la cópula, el apareamiento real dura poco tiempo y el gato no está mucho tiempo encima de la hembra, retirándose con brusquedad e irritando por ello los órganos genitales de la gata. La hembra maullará y sentirá dolor debido a las escamas córneas o pequeñas espinas que recubren el órgano reproductor del macho, el pene del gato suele ser de aspecto cónico y con puntos blancos, donde se pueden percibir esas pequeñas espinas. La duración del período receptivo en las hembras oscila entre tres y nueve días terminándose tras los apareamientos. Después de separarse, la gata podría emitir maullidos muy sonoros y perseguir al macho, que podría resultar lastimado.
Preñez:
La gestación de la cría dura un promedio de entre 60 y 62 días, aunque puede alcanzar los 68. Es posible que durante los primeros días del embarazo la gata presente vómitos. También pueden hacerse más mimosas y demandar mayor atención, aunque cuando hay otros animales en la casa, pueden volverse por el contrario algo más agresivas. Este comportamiento finaliza cuando termina el embarazo.
Parto:
El parto tiene una duración de 8 a 16 horas, los gatitos suelen ser expulsados rápidamente con pocas contracciones pero a menudo con un gran chillido. Como en otras especies de animales las etapas durante el parto son tres:
Dilatación del cuello uterino: Se presentan contracciones involuntarias y poco dolorosas.
Expulsión de los fetos: El primer gatito nace entre 30 minutos y una hora después de iniciado el proceso de parto. El intervalo de expulsión entre los demás gatitos varía entre 5 y 60 minutos. La gata corta el cordón umbilical, come la placenta y limpia los gatitos.
Expulsión de la placenta: entre 20 minutos y una hora después de la expulsión del último gatito. La placenta es consumida por la gata.
Cómo cuida la hembra a sus crías:
El calostro y los lamidos
La leche de las gatas se denomina calostro y proporciona a los pequeños los nutrientes y las defensas necesarias para proteger sus todavía débiles cuerpos.
La conducta maternal de los felinos es similar a la de los perros, sin embargo las gatas suelen lamer mucho más. Primero se lame ella a sí misma, luego el suelo donde haya caído el líquido amniótico y, posteriormente, a los gatitos. En las primeras horas, la gata no se separa de sus pequeños, salvo para satisfacer necesidades básicas o estirarse. Una vez pasadas 48 horas, los lametazos tienen cada vez menos frecuencia.
Destete y acarreo
A partir de los treinta días comienza el destete. Por eso, los contactos entre las crías y su madre van disminuyendo progresivamente. Para acarrear a los gatitos, la gata normalmente los coge por la nuca y los suele desplazar de un ’nido’ a otro, sobre todo durante la tercera semana. El comportamiento materno de los felinos incluye además hacer nidos con otras gatas y amamantar a las crías de la comunidad, por eso es posible que una gata adopte a un cachorro que no es suyo.
La gata seguirá dando de mamar a los gatitos, aunque cada vez con menos frecuencia. Los gatitos van incorporando alimento sólido a su dieta y, a partir de las seis primeras semanas, el amamantamiento casi desaparece, aunque puede perdurar unos meses más de manera puntual
También es posible que las crías estimulen los sentidos de las madres, tanto en gatos como en perros. El menor tamaño de los cachorros en proporción a las madres, el pelaje más suave, el olor diferente... todo ello hace que la gata descubra nuevas sensaciones con la maternidad. Es muy raro que las gatas rechacen a sus cachorros, aunque sean madres primerizas.
El rechazo se da con más frecuencia en gatitos que nacen enfermos o con algún defecto congénito. Las madres notan un comportamiento raro en sus crías, no las reconocen y deciden ignorarlas. En algunos casos el rechazo puede llegar al canibalismo: se come la placenta y mastica el cordón umbilical, y puede seguir hasta llegar a la cría.
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